Por Miguel Baquero
El descrédito: Viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinand Céline.
Varios autores
(Prólogos y selección de Vicente Muñoz Álvarez y Julio César Álvarez)
Editorial: Lupercalia
Nº páginas: 208
Autor de gran importancia literaria, fundamental en el sentido de sentar algunas de las bases de lo que sería, a partir de él, la manera de escribir de la modernidad, la figura de Louis Ferdinand Auguste Destouches (Courbevoie, 1894 –París, 1961), «Louis-Ferdinand Céline», ha sido, igualmente, muy controvertida. No por su extraordinaria calidad, que nadie le niega, sino por lo que parece ser asimismo extraordinaria —nada en Céline, como se ve, acepta medias tintas— vileza de su comportamiento durante la Segunda Guerra Mundial, cuando, con Francia ocupada, nuestro autor se dedicó a colaborar con los nazis, e incuso se dice que a marcar con tiza —metafóricamente, pero señalar a la postre— las espaldas de los judíos que «debían» ser enviados a un campo de concentración.
En esta innoble «actividad», el francés puede guardar cierto parentesco con nuestro escritor y refinado estilista (aunque bastante anticuado y muy delicuescente, comparado con Luis Ferdinand), González-Ruano, quien también vivió en París cuando Vichy y que se dedicaba, al parecer, a facilitar la escapatoria a España de judíos fugitivos, pero sólo para que la banda con la que estaba conchabado les asaltara en los Pirineos, les robara cuanto tuviesen de valor y nunca más volviera a haber noticia de ellos. Pero así como Céline es bastantes veces mejor en lo literario que Ruano —más crudo, menos solapado, más directo, más sincero que él—, así también lo fue en el crimen; y así, al final de la guerra, mientras Ruano volvía a España como un señor elegante, refinado e incluso con una hoja de servicios intachable ante la historia —le avalaba un breve paso por las cárceles de la Gestapo; paso que fue, en realidad, debido a que los nazis nunca vieron con buenos ojos que les robara las presas, pero esto nunca llegó Ruano a aclararlo—, así, de modo contrario, fue Céline apartado de la sociedad francesa, mandado al Norte (y aun podía dar gracias que no acabara colgando de una soga) y así fue su obra antisemita (que la otra era imposible degradarla) destinada a no reeditarse nunca y a conocerse, todo lo más, por ediciones clandestinas. Y así, a los cincuenta años de su muerte, se le negó por parte de las autoridades —enceladas, como era previsible (y bien mirado, justo) por las organizaciones judías—, el homenaje que quizás la inmensidad de su escritura merecía.
Fue, en parte, como reacción a esta carencia de homenaje por lo que se empezó a gestar este libro. Una serie de escritores actuales, poetas y novelistas —de estos pocos que consideran los libros no como un mero entretenimiento, sino como un escenario donde también se dirime la vida— admiradores, influenciados (cómo no) por Luis Ferdinand, dan ahora a la imprenta, de mano de la editorial Lupercalia, este libro en homenaje al autor del Viaje al fin de la noche, de manera arrebatada algunos, en forma de reproche hacia él, como persona, otros, pero, en todos los casos, con un estilo tajante, rompedor, acerado, moderno, siempre único y personal y que aspira a situarse en la cima del escribir «como debe escribirse» en nuestros días, un empeño que, sin duda, constituye el gran legado de Bardamu.
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