CÉLINE, UN CERDO, UN DIAMANTE por Cristina Fanjul
«Rotundamente, por ser una de las mejores novelas del siglo XX, que te engancha con su estilo personalísimo desde la primera a la última página, y por la profundidad y lucidez de su pensamiento, que desnuda el alma y corta la respiración». Con estas palabras, Vicente Muñoz Álvarez explica la razón por la que Viaje al final de la noche es un libro imprescindible. Por ello, el poeta se ha unido al también leonés Julio César Álvarez para alumbrar El descrédito. Viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinand Céline, la bestia negra francesa, el autor que colaboró con el nazismo y que escribió una de las obras fundamentales para aventurarse en los abismos del alma humana. «Nos parecía necesario reivindicar objetiva y desprejuiciadamente su legado», recalca Muñoz, que se ha hecho acompañar en este nuevo tributo literario de autores habituales en su gestaciones literarias. Bruno Marcos, Patxi Irurzun, Gsús Bonilla, Alfonso Xen Rabanal o Pepe Pereza son algunos de ellos. Pero, en esta ocasión, este ‘aquellarre’ ha sido bendecido por Enrique Vila-Matas, que hace una radiografía certera de la personalidad moral y literaria del escritor galo. El catalán titula su texto Un hombre un poco pesado y en él da cuenta de la paradoja por la cual su «inmensa calidad literaria convivió siempre con su monstruosidad moral». El autor deDoctor Pasavento lo tiene claro: «Céline fue un cerdo repugnante». Además, le despacha rápidamente y asegura que sólo tiene dos obras de altura: Viaje al fin de la noche y Muerte a crédito. «Las otras obras no son nada, o son sólo un desperado intento de tocar siempre la misma melodía, la única que él oía: la de la muerte».
Vila Matas recuerda las palabras que sobre Céline pronunciara Jünger: «Un hombre alto, huesudo, recio, un poco pesado, pero vivaz en la discusión o, mejor dicho, en el monólogo. Cuando habla tiene la mirada fija propia de los maníacos y se tiene la impresión de que este hombre camina hacia una meta desconocida». Y, para el escritor esa meta no era otra que la muerte, «la muerte únicamente». «Al final eso: cargante, que diría Beckett», termina Vila Matas.
Destaca Vicente Muñoz que una de las premisas iniciales de este libro fue la de disociar la obra de Céline, sus impresionantes novelas, de su biografía. «Como autor, estamos ante uno de los más grandes escritores del siglo XX, cuya obra no ha sido suficientemente valorada. Como persona, ante un nihilista empedernido, que cometió el error de apoyar el Régimen de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial. Por esto último soportó la cárcel, la tortura, el descrédito y el ostracismo en vida», subraya.
El poeta sostiene que por todo ello, Céline no ha sido aún valorado en su justa medida. «Ya va siendo hora de que ambas facetas sean diferenciadas y se valore, al margen de su vida, la genialidad de su obra», insiste. Por eso, este libro.
El autor de Canciones de la gran deriva califica la prosa del francés de «emotiva» y destaca su clarividencia para describir el absurdo humano. «Ese estilo balbuceante y brutal, lleno de exclamaciones y puntos suspensivos refleja como pocos la tragedia del hombre y de su destino», asegura.
Añade que la elección de los autores se centró en las afinidades de los antologados con la obra de Céline y concreta que lo que queda del autor en la actualidad son sus dos principales novelas, Viaje al fin de la nochey Muerte a Crédito, así como la influencia de su obra en la literatura contemporánea, «a mi juicio decisiva para entender la narrativa más reciente». En su mano está la tarea de separar la monstruo del genio ceador.
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