jueves, 26 de diciembre de 2013

EL DESCRÉDITO, LA MONSTRUOSIDAD DEL GENIO por Javier Vayá Albert



Cerca de treinta de los mejores autores españoles de la vanguardia literaria de nuestro país habitan estos viajes narrativos en torno a Louis Ferdinand Céline. Una antología imprescindible tanto por su valentía como por su calidad literaria.


En los tiempos que corren se hace necesario aplaudir y admirar la valentía y el tesón de Vicente Muñoz Álvarez y Julio César Álvarez, antólogos de este libro y de la editorial Lupercalia, por apostar y sacar adelante un libro tan difícil como imprescindible y necesario. Valentía, tesón y amor por la literatura desprovista de artificios y farándula, de la escritura de trinchera manchada de fango capaz de descender a lo más miserable de la condición humana para mostrarla en toda su crudeza: son las señas de identidad de Louis Ferdinand Céline, uno de los mejores escritores del siglo XX que fue condenado a la cárcel y el ostracismo por sus panfletos antisemitas y supuesta colaboración con los nazis. Con la excusa de indagar en la dicotomía que supone la figura de Céline, autor de innegable calidad artística y más que dudosa catadura moral, El descrédito nos brinda 28 textos, uno por autor, a cual más brillante y sublime.

Bajo la disyuntiva de separar al autor de su obra, esta antología cumple varias funciones; por un lado reivindica la obra de Céline sirviendo como complemento, tan erudito como delicioso, para quien lo haya leído, por otro invita a todo aquel que no haya leído al autor francés y con una pizca de curiosidad a interesarse por el firmante de Viaje al fin de la noche o Muerte a Crédito toda vez que reúne a varios, contando también los sendos maravillosos prólogos de los antólogos, de los mejores escritores del panorama patrio actual, la mayoría de ellos alejados de los grandes focos que prefieren posarse en semianalfabetas mujeres de toreros autoras de bestsellers. En este sentido no es casual que los autores más conocidos a priori, Miguel Sánchez Ostiz y Enrique Vila-Matas, abran y cierren respectivamente la antología. Sin duda el mayor acierto de El descrédito reside en otorgar plena libertad a cada autor que elige el viaje narrativo que desea y ofrece su visión personal sobre el escritor, en muchos casos totalmente distintas unas de otras: mientras Sánchez Ostiz nos sitúa en el contexto histórico de los últimos años de Céline, sin disculparlo jamás, Vila-Matas se ceba con la obra y vida del médico convertido a escritor sin negar cierta atracción hacia ambas facetas.

De hecho El descrédito es otra gran muestra de los encontrados sentimientos que Céline provoca con su literatura y su actitud ante la vida donde caben desde el desprecio absoluto a la más profunda admiración en un solo intento de describirlo. Mario Crespo relata en un excelente ejercicio de metaliteratura el viaje que sirvió como cesión del testigo por parte de Céline a Allen Ginsberg y William Burroughs, miembros de la generación Beat que junto a Bukowski serían sus mayores discípulos literarios. Celia Novis narra de manera magistral la malsana travesía en barco de Céline hacia África que pone de manifiesto su carácter y su posterior misantropía. José Ángel Barrueco, en un texto fascinante que reúne erudición y amor por la literatura, se pregunta si acaso Céline no sufrió demasiado castigo sobre todo en comparación a otros escritores de semejante calaña y apuesta firmemente por separar al escritor del hombre. Óscar Esquivias nos sitúa en primera persona en la vida de Céline en África en un relato tan logrado que pide ser novela. Bruno Marcos, en una excelente y sorprendente comparación de Céline con Charles Chaplin, desmitifica la ferocidad del autor. Pepe Pereza nos brinda uno de los más desgarradores y hermosos relatos de desamor que se pueden leer en el que un libro del autor francés jugará un papel importante.

Isabel García Mellado trenza un bello cuento parisino con aparición casi fantasmal de Céline. Álex Portero Ortigosa da fe de su maestría en un emocionante y reivindicativo texto que debería ser de obligada lectura en las escuelas. Vanity Dust resucita a Céline con su hilarante y genial prosa mientras Juanjo Ramírez hace lo propio de una manera un tanto más escatológica e igual de brillante. Hilarante, brillante y sin tapujos es el genial relato de Patxi Irurzun. Juan Carlos Vicente se pone de manera sublime en la piel del ministro francés que no paró de recibir presiones para que no se homenajeara a Céline en las celebraciones nacionales de 2011. Velpister se muestra excelentemente lúcido plasmando un futuro distópico demasiado reconocible. Esteban Gutiérrez Gómez pone de manifiesto lo muy presente que sigue todavía el espíritu y la obra Céliniana en cualquier espíritu adolescente mínimamente rebelde y curioso. Pablo Cerezal utiliza la magia que su exquisita prosa atesora para poner de manifiesto lo hipócrita del políticamente correcto mundo occidental con su odisea para encontrar un volumen de Muerte a crédito. Miguel Baquero no es capaz de separar al escritor de su obra cerrando su texto con una frase tan certera como hermosa y contundente. Adriana Bañares prefiere poner su maravillosa y poética prosa al servicio de la historia de amor de Céline. Por resumir, el resto de textos de Javier Esteban, José M.Alejandro (Choche), Carlos Salcedo Odklas, Joaquín Piqueras, Gsús Bonilla, Alfonso Xen Rabanal y Daniel Ruiz García contienen una calidad literaria tan demoledora que convierten El descrédito en más que una antología, un artefacto vital de más que necesaria y obligada presencia en todas las estanterías.


Javier Vayá Albert, en LaHuellaDigital.com



miércoles, 25 de diciembre de 2013

EL DESCRÉDITO: VIAJES NARRATIVOS EN TORNO A LOUIS-FERDINAND CÉLINE. Consideraciones.




Hace días que acabé de leer El descrédito. Viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinad Céline y me sigue zumbando la cabeza con algunos temas claves en referencia al autor francés.

El primero es discernir si Céline era un “todo”, esto es: si Céline persona y Céline escritor eran el mismo personaje. Argumentos a favor de una u otra postura hay en el libro, muy bien fundamentados, pero yo lo tengo claro: si algún escritor se merece el calificativo de “visceral” sin duda alguna ese es el escritor francés. Pero no solo eso, su visceralidad es tan esencial y tan inmensa que lo arrastra sin darle la mínima oportunidad a lo que su cerebro tenga que opinar de tal o cuál actitud de vida. Céline vomitaba sobre el papel, escribía con su bilis, con su sangre y con su semen. No admitía dobleces, ni falsificaciones, mi mentiras. Por eso Céline era Céline y no un perro faldero.
Para bien y para mal, Céline era un pobre hombre, un diablo convertido en juguete roto, como nosotros y, como tal, escribía. Dice al respecto Bruno Marcos en su genial aportación: “Céline no se repone después de que el mundo lo derribara, no encuentra consuelo y no alcanza a proponer nada sino que va directamente contra la existencia”. Entonces, si Céline va contra el mundo que lo ha arrollado, si predica en sus escritos un “existencialismo sin salida” (palabras más que acertadas de Bruno Marcos), ¿por qué escribe?
¿Por qué escribe Céline si el mundo es una basura y el hombre es un ser condenado a fracasar?
Y, no solo eso, ¿por qué vive, por qué no se quita la vida?
Bruno Marcos nos da la respuesta: “Cuando se hace el relato de un trauma o de una enfermedad siempre hay un fin terapéutico, aprender algo de la enfermedad para curarla...”. Céline era, sí, un vividor, alguien que apreciaba la vida, que la amaba hasta la médula, y denostaba a los hombres porque no sabían disfrutarla sin hacer del mundo un lugar peor. Por eso vomitaba cuando escribía, de puro asco.

Respecto a los panfletos, a su posición antisemita y su colaboracionismo, voy a escribir una anécdota personal. El 11 de septiembre de 2001, veía absorto en la televisión cómo ardían dos torres inmensas de acero y cristal, cómo el símbolo de la cultura del máximo consumismo, el becerro de oro del capitalismo, se desmoronaba, se hacía migajas, desaparecía; cómo un grupo de fanáticos islamistas (eso pensaba entonces) habían exportado la guerra que sufrían en sus propios países, a miles de kilómetros de distancia, fruto del intervencionismo norteamericano, y la habían instaurado en el corazón de la city neoyorkina, en el mismo corazón financiero que marca con su sístole y diástole la economía del mundo. Y pensaba eso admirado, acobardado, alucinado y, porque no decirlo, con una media sonrisa culpable en la boca, como si en verdad se hubiese hecho justicia con aquella salvajada, porque el imperialismo yankee acababa de ser torpedeado.
Semanas después de aquella barbaridad pude leer en algún periódico y escuchar en la televisión que lo que mis ojos vieron no fue eso, que lo que realmente ocurrió en Nueva York fue un ataque antisemita, porque las Torres Gemelas (en realidad todo el World Trade Center, todo el Centro Mundial de Comercio) representaban el ideal de negocio de los judíos, que eran sus propietarios y gestores, y que judíos también eran la mayoría de los negocios que amparaban.
En una comida con amigos saqué a relucir esos comentarios sobre la supuesta conspiración antijudía. Para mi asombro la teoría Capitalismo = Judaísmo se admitía sin lugar a dudas (bien es cierto que aún hoy en día se duda de todo lo que “en realidad” aconteció aquel 11 de septiembre y no se tienen claras las mentes criminales que idearon aquella devastación). Me dio por pensar entonces si esa lacra llamada consumismo a la que nos lleva el capitalismo radial, el neoliberalismo económico, no es entonces una enfermedad mortal culpa de esos mismos judíos prestos a negociar y convertir vidas en monedas. Espero que una reflexión así no me califique de antisemita. De existir una concordancia, no la he hecho yo. Eso sí: pienso que en los negocios (como en la vida) no todo vale. Quizá Céline llegó a esa misma conclusión y odió, sí, y luchó contra el poder del dios Dinero que corrompe al hombre.

Porque, para terminar con las dudas sobre el universo Céline, también me pregunto sobrela vigencia de las palabras nihilistas y fatalistas del autor francés sobre la raza humana y la sociedad que ésta ha creado, y sobre el sentido de esas mismas palabras precisamente ahora, en época de crisis profunda (no solo económica, sino, y sobre todo, de valores en la sociedad actual, de creencias por las que hacer digna la vida que vivimos) como lo fue aquélla época que a él le toco vivir.
“Para comer, los ricos no tienen necesidad de matar con las propias manos. Dan trabajo a otros, como a ellos les gusta decir. Los ricos no hacen el mal, pagan por él”. Recupera Álex Portero estas palabras-reflexiones de Céline en su texto de la antología, y me viene inmediatamente al recuerdo la última novela del autor español que mejor sabe reflejar la historia que pisamos a diario, la vida que nos lleva, sin esperar a que el tiempo barnice la realidad de dorado como hacen otros escritores que necesitan la perspectiva de los años para sacar sus conclusiones. Estoy hablando de Rafael Chirbes. Escribe el autor valenciano en su última novela En la orilla, a propósito del hombre y de la crisis de valores que nos arrastra: “Si de algo sirve el dinero es para comprarles inocencia a tus descendientes. No es poca cosa. Te saca del reino animal y te mete en el reino moral. Te humaniza. [...] El dinero tiene, entre otras infinitas virtudes, una calidad detergente. [...] Te concede esas manos impolutas que emergen de los blancos puños almidonados de las camisas. Ya no eres tú quién merodea en la noche. Te permites contratar a peones y criados que atrapen, degüellen y despellejen las piezas. [...] Siempre les han llegado a los señores los animales ya cocinados, servidos en bandeja cubierta con una reluciente cúpula de plata [...] desfigurados hasta resultar irreconocibles y, por eso mismo, apetitosos a su falaz inocencia [...] Ningún rico medianamente inteligente practica el asesinato. [...] Para matar tienen a sus empleados”. Creo que estas palabras de Chirbes son suficientes para demostrar que, al menos en lo que a literatura se refiere, el hombre sigue siendo un ser humano igual de despreciable y que los postulados de Céline siguen hoy de plena vigencia.

Hoy, dominantes casi cien años más tarde, dos guerras mundiales más tarde (y, en España, una civil, entre hermanos), dos crisis económicas planetarias más tarde, desprovisto de valores morales cuando se acerca al poder, el ser humano sigue siendo un incorregible y desalmado animal carroñero.


EL DESCRÉDITO, Viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinand Céline

-Prólogos y selección de Vicente Muñoz Álvarez y Julio Cesár Álvarez


Esteban Gutiérrez Gómez, 
del blog Bacovicious.



jueves, 19 de diciembre de 2013

TRIBUTO ZAMORANO A CÉLINE


Los escritores José Ángel Barrueco, Mario Crespo y José María Alejandro, presentes en una antología sobre la figura del autor francés del siglo XX

La Opinión de Zamora, 18.12.2013


N. S. La figura de Louis-Ferdinand Céline, uno de los autores clave del siglo XX, desprestigiado y denigrado por sus ideas antisemitas y su colaboración con el régimen de Vichy, centra una obra colectiva de relatos coordinada y prologada por Vicente Muñoz Álvarez y Julio César Álvarez para Ediciones Lupercalia. En «El descrédito. Viajes literarios en torno a Louis Ferdinand Céline» participan casi una treintena de autores, entre ellos los zamoranos José Ángel Barrueco, Mario Crespo así como José María Alejandro, más conocido como «Choche».

El deseo de «intentar desentrañar, en la medida de lo posible, el enigma de Céline» impulsó a los antólogos a ponerse a la tarea de recopilar textos sobre esta controvertida figura de la literatura del pasado siglo.

El criterio de la selección de las firmas incluidas en «El descrédito. Viajes literarios en torno a Louis Ferdinand Céline» responde a su calidad. Además todos «han sido lectores críticos de la obra céliniana en algún momento. Hay quien ha mantenido una relación más estrecha con Céline y hay quien únicamente ha visto el monstruo antisemita. Lo que está claro es que Céline plantea un dilema moral importantísimo, y una muestra amplia y diversa de autores puede ayudar a desentrañar ese profunda interrogación», señala Julio César Álvarez.

La antología aglutina a un total de 28 autores que aportan su visión sobre el escritor francés con absoluta libertad. En el volumen firman autores más consagrados, como Enrique Vila-Matas o Miguel Sánchez-Ostiz, y voces nuevas y prometedoras, como Adriana Bañares o Carlos Salcedo a los que se unen los tres autores zamoranos. «Barrueco, Crespo y "Choche" son tres de los nombres esenciales del panorama literario actual más joven y activo». «Todos ellos tienen una obra de excelente calidad y una visión de la literatura que compartimos y admiramos», enfatiza Julio César Álvarez.

José Ángel Barrueco, autor de obras como «Te escribiré una novela» y «El viajero de la noche», en esta antología «aporta un conocimiento y comprensión de Céline únicos», puntualiza el antólogo quien lo califica de « escritor demoledor, de raza, con una capacidad expresiva desbordante».

Julio César Álvarez opina que Mario Crespo es «un narrador habilidoso en todas las distancias». «Uno siempre disfruta leyéndole, resulta natural y cercano con extrema facilidad». En «El Descrédito» ha dado forma «a una ficción desde la más extraña de las realidades», dice el antólogo sobre el autor de «Biblioteca Nacional» o «Cuento kilómetros»

José María Alejandro «Choche», ha formado parte de varias antología como «Poemash, homenaje a Raúl Núñez» o «Plan 9 del Espacio Exterior», tiene «la singular capacidad de hacer sencillo lo complejo y difícil. En su aportación, desentraña "Viaje al fin de la noches" con una implacable sencillez», describe Julio César Álvarez mientras que el escritor zamorano añade que su propósito «es acercar la obra de Céline a todo el público, que la gente lo lea y le entren ganas de ir a la librería, que la gente conozca a uno de los mejores escritores, a una persona con una vida para escribir miles de páginas»

«El Descrédito. Viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinand Céline» ha sido ya presentado en varios puntos de la península y todavía carece de fecha de presentación en la capital.



lunes, 9 de diciembre de 2013

EL DESCRÉDITO: ¿Viaje al fin del hombre?



¿Viaje al fin del hombre? El descrédito: viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinand Céline, Ediciones Lupercalia


Un barco llamado Lupercalia, en esta ocasión, tripulado por dos maravillosos y apasionados antólogos: Vicente Muñoz Álvarez y Julio César Álvarez. Destino: la obra de un hombre, rara avis, Louis-Ferdinand Céline, capaz de ser odiado y amado por los mismos y al mismo tiempo. ¿Malditismo, genialidad, antisemitismo, uno de los escritores más influyentes del siglo XX, una vuelta de tuerca a la literatura universal o todo al mismo tiempo?

El descrédito: Viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinand Céline, Ediciones Lupercalia, supone un alto en el camino ineludible para todos aquellos que han viajado al fin de la noche o pretenden hacerlo. 

¿Cómo surge la idea y por qué Céline?

Julio César Álvarez:

Céline se ha ido convirtiendo progresivamente en una voz literaria cada vez más importante. Una especie de lectura obligada. No hemos hecho otra cosa que reflejar ese interés, esa curiosidad creciente entre muchos lectores y autores por una figura confusa y difícil de explicar. Era inevitable abordar su legado, el conflicto moral que encierra y su larga influencia en la literatura más actual.

¿Crees que sus panfletos antisemitas fueron parte de la obra de un provocador, del nihilismo atroz, de la no esperanza en el ser humano, después de haberse adentrado, según dicen, en el corazón de las tinieblas al más puro estilo Conrad?

J.C.A.:Todo ello al mismo tiempo y tal vez justo lo contrario. Es difícil responder con certeza. Lo que está claro es que Céline refleja las miserias y grandezas de la sociedad europea de entreguerras. Una sanguinolenta herida abierta. De hecho, Céline supura todas las enfermedades morales y fantasmas sociales de la época, no es más que su incómodo reflejo, esa parte oscura que la mayoría prefiere esconder. De ahí su ostracismo, su encierro silencioso y su anulación. Aunque ciertas cuestiones artísticas no pueden dejarse aparcadas en un cajón. Evolucionan, crecen, como el propio ser humano. 

Hay quien dice que su antisemitismo se basa en la identificación del judaísmo con el capitalismo, otros que fue un pacifista convencido, defensor de los desfavorecidos, anticlerical y anticolonialista y muchos otros que era un ser inmoral, deleznable y pronazi. ¿No estaríamos ante el paradigma de la contradicción del ser humano cuando en la misma persona se dan todos esos matices? 

J.C.A.: Céline resume en un sólo hombre lo mejor y peor del siglo XX. Sofisticamos la tecnología hasta crear la bomba atómica. En su caso, convive un talento enorme, un estilo depuradísimo (al menos en sus primeras obras), con una pésima calidad moral y una cierta monstruosidad en su visión de otros seres humanos. Evidentemente lo rescatable es su talento creativo, su modificación de las reglas literarias del juego. El resto, es una continuación de esa bomba atómica, nuestro perfeccionamiento como especie que se destruye más y mejor a sí misma.

Céline dijo acerca de su Viaje al fin de la noche: “El hombre está desnudo, despojado de todo, aun de la fe en sí mismo. Mi libro es eso”. Según Vila Matas precisamente, ese pesimismo y esa falta casi absoluta de compromiso moral le permitieron viajar con insólita audacia a donde casi nadie se había atrevido a ir. ¿Crees que el arte puede/debe ser el vehículo para desentrañar incluso la oscuridad más absoluta que nos habita? 

J.C.A.: El arte es el medio, sin duda. Y la libertad resulta imprescindible. Fue quizá esa libertad sin límites la que le permitió innovar y resquebrajar las formas literarias de la novela. Si existe un buen campo de pruebas para desentrañar la oscuridad inherente al ser humano, ese es la creación artística. Pero luego, claro, no nos asustemos de lo que allí aparezca reflejado.

Acerca de la controversia que provoca el universo Céline: ¿dónde empieza el hombre y dónde el creador? ¿Dónde la obra y dónde la vida? ¿Es bueno, justo e inevitable mezclarlo, juzgarlo, condenarlo? 

Vicente Muñoz Álvarez:

Es muy complicado saber dónde empieza el hombre y dónde el creador, ambas facetas, sobre todo en la escritura autobiográfica, como la de Céline. En función de qué experiencia tengas y qué clase de hombre seas, construirás tu escritura, eso está claro. Ahora bien, a la hora de valorar una obra artística, sea del tipo que sea, mi opinión es que se deberían deslindar ambas cuestiones. Si tuviéramos que juzgar a los artistas por su catadura moral, las bibliotecas y museos se vaciarían. Y no hablamos de políticos ni sacerdotes, hablamos de artistas, y de su obra, su legado, que es realmente lo que importa. Juzgar a una persona en vida por sus actos, me parece lógico y necesario. Pero juzgar su obra por sus acciones, creo que no es acertado. Sobre todo cuando, como es el caso de Céline, el autor lleva más de medio siglo muerto y lo que ahora cuenta, cara al presente, es su impresionante obra escrita.

¿Cómo ha sido la experiencia a la hora de congregar, seleccionar a todos esos autores entorno a una figura como la de Céline?

V.M.A.: Muy gratificante para Julio César y para mí. En el fondo, aunque no lo parezca, reunir una nómina de autores como la presente implica una labor de años de trabajo y contactos entre escritores, de haber ido formando una cantera y equipo de autores afines, dispuestos a colaborar en un proyecto así. Tanto Julio César como yo conocíamos previamente a todos estos autores y sabíamos de su interés por Céline, con lo cual no fue difícil reunirles. Pero ya digo, saber de ellos, de los más adecuados para este proyecto en concreto, viene de atrás.

Y por último, ¿creéis que habéis logrado vuestro propósito de desvincular la obra del hombre? Vuestra impresión del resultado.

V.M.A.: El resultado es El descrédito, este magnífico libro que Lupercalia acaba de editar, donde ha primado la libertad total de los autores a la hora de exponer su visión sobre Céline. Unos lo han elogiado, otros condenado, otros criticado… pero todos se han dejado la piel en abordar su obra y figura. Lo que no hicieron en Francia en su día por presiones políticas, lo hemos hecho sin ellas aquí y ahora, en España, los 28 escritores que participamos en la antología. Y de ello estamos, sobre todo Julio César y yo como antólogos, más que orgullosos. Nuestra premisa era, sí, desvincular la obra del hombre, pero sin disculpar en absoluto a Céline por sus actos, sólo con la intención de reivindicar sus grandes novelas. Y creo que lo hemos conseguido. Gracias, en gran parte, a Lupercalia, que ha apostado por esta polémica y arriesgada antología. Y por supuesto, a los puntos de vista y textos de los autores, que se han implicado de lleno en el proyecto.


EDICIONES LUPERCALIA

http://edicioneslupercalia.com/

¿Cómo, cuándo, dónde y por qué Lupercalia? Son vuestras publicaciones Azotes de Lupercalia?

Ricardo Moreno Mira:

El «Cómo»… bueno, con un simple trámite administrativo, alta en el IAE.

El «Cuándo»… Más o menos, creo recordar, hacía el año 2009.

Y el «Por qué»… para dar salida a material que nos gustase y tuviese interés.

Sobre si nuestras publicaciones son «Azotes de Lupercalia»… bueno, nos gustaría que así fuese.

¿Cómo logra nacer una editorial y cómo se mantiene?

R.M.M: Los trámites son sencillos. Todo el mundo puede hacerlos. Como ya he dicho antes, alta en el IAE y pagar tus autónomos. Todo lo demás, encontrar una imprenta que se adapte a lo que buscas, es algo que se aprende. La distribución, es más complicada y difícil, pero también es posible.

¿Mantenerse?… Bueno, eso depende de lo que uno quiera y pueda aguantar. Pero al ser una editorial pequeña no tenemos que soportar una gran infraestructura. Eso nos da flexibilidad y una capacidad de adaptación que supone una enorme ventaja en tiempos de crisis. Somos algo así como pequeños organismos que no necesitan mucho para subsistir, en un panorama general de grandes dinosaurios y con una extinción masiva de fondo.

¿En qué os basáis para la selección de obras? ¿Rastreáis vosotros, os las envían..?

R.M.M: Principalmente en que nos guste, que cojas el manuscrito y te enganche, que tenga fuerza y se adapte a la línea de la editorial. Nos llegan muchos e-mails de gente que quiere publicar pero no damos abasto. Un porcentaje de las cosas que hemos publicado ha salido de ahí, de esos e-mails que nos llegan, y otras las hemos buscamos.

¿Publicar es un deporte de alto riesgo en este país?

R.M.M: Depende de lo que publiques. Si es literatura, probablemente sí. Pero aquí lo difícil, casi imposible, es llegar a tu cliente potencial en un contexto de sobresaturación de estímulos y ofertas.

Habladme del diseño de las portadas. Todas poseen una fuerza tremenda.

R.M.M: Intentamos acordarlo y colaborar con el autor, que él ofrezca idea y sus impresiones. Eso es importante para nosotros, que el autor se sienta satisfecho con nuestro trabajo.

Y por lo demás, bueno, nos alegra si causan esa impresión… Es lo que intentamos, un diseño limpio, austero en cierta medida, pero contundente. Simplemente tratamos que quede lo mejor posible. Y supongo, por la pregunta, que eso a veces funciona.



Entrevista realizada por Julia Roig Whittle para Culturamas.


lunes, 2 de diciembre de 2013

CÉLINE, GUERRA Y DESORIENTACIÓN






"Yo me preguntaba de dónde le vendría la manía, a aquel tipo, 

de enviar a los otros a palmarla. A los otros, que no tenían mapa."


Louis-Ferdinand Céline









domingo, 1 de diciembre de 2013

EL DESCRÉDITO en TAM TAM PRESS


28 autores españoles interpretan al polémico Louis-Ferdinand Céline

“Hay que luchar contra la desgracia
con la misma rabia que ella hasta cansarla“.
Louis-Ferdinand Céline

Casi acaba de llegar a las librerías ‘El descrédito: Viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinand Céline’,una antología coordinada por Vicente Muñoz Álvarez y Julio César Álvarez para Ediciones Lupercalia en la que participa casi una treintena de autores españoles.

Louis Ferdinand Céline (1894-1961), autor de ‘Viaje al fin de la noche’ y ‘Muerte a crédito’ (sus dos grandes novelas), fue sin duda uno de los más polémicos escritores del pasado siglo, referente indiscutible de las generaciones venideras y fuente de inspiración permanente para la prosa contemporánea. Sin embargo, sus panfletos antisemitas y su colaboracionismo con el régimen pronazi de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial le condujeron a la infamia y al descrédito (además de a la cárcel y al ostracismo), suscitando desde entonces las más controvertidas y apasionadas polémicas.

En esta antología, un grupo de autores españoles contemporáneos aborda su figura y su obra, exponiendo su visión personal, subjetiva y crítica sobre un autor indispensable para entender la narrativa más reciente.

Los autores son: Miguel Sánchez Ostiz, Mario Crespo, Celia Novis, José Ángel Barrueco, Óscar Esquivias, Bruno Marcos, Pepe Pereza, Isabel García Mellado, Alex Portero, Vanity Dust, Juanjo Ramírez, Patxi Irurzun, Juan Carlos Vicente, Velpister, Esteban Gutiérrez Gómez, Pablo Cerezal, Javier Esteban, Choche, Miguel Baquero, Carlos Salcedo Odklas, Joaquín Piqueras, Adriana Bañares, Gsús Bonilla, Alfonso Xen Rabanal, Daniel Ruíz García, Enrique Vila Matas.

“Decidimos acercarnos a la figura del francés, levantar una antología con autores de muy distinto tipo y ver qué nos encontrábamos al final del trayecto. Y sucedió lo esperable. Cada autor interpretó al autor de Muerte a Crédito de un modo muy distinto, cada uno forzó más si cabe su propia sintaxis (la sombra de Céline es alargada) en un intento de homenajear al desagradable maestro y hacer ver las consecuencias de una filosofía celiniana, si eso es posible y aconsejable. No debemos olvidar que Céline en algunas cuestiones era un amargado nihilista, pero un nihilista que no podía dejar de escribir, quizá porque el resto de aspectos de la propia existencia eran mucho más detestables”, señala en su prólogo Julio César Álvarez.

Por su parte, Vicente Muñoz explica en su prólogo el cómo y el por qué de esta antología: “Ya de puestos, hasta cuello, afirmaba a menudo Ferdinand, y hasta el cuello nos hemos metido en su obra y hasta el fondo hemos querido llegar. Sin complejos ni prejuicios, sin filtros morales ni consideraciones éticas, por el mero hecho de admirar su prosa y reconocer su maestría, por el puro placer de hacerle (nuestra) justicia”.

Vila Matas, por ejemplo, en el texto que cierra el libro, dedica a Céline distintos calificativos, que van desde “cerdo repugnante” a ideólogo del Holocausto. Ello no le impide elogiar, en una rapidísima pero completa revisión de su obra, las dos primeras novelas, las únicas que en su opinión tienen gran valor literario. Aunque no deja de admitir los sentimientos encontrados que le produce Fantasía para otra ocasión, se pregunta si, como dijeron en su día otros literatos, Céline fue un hombre de un solo libro —o dos, para ser exactos—…